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Códigos que fallan: errores invisibles que arruinan la trazabilidad

Un código aparentemente “bien impreso” puede fallar en lectura por detalles mínimos: una luz mal orientada, un reflejo en el envase, polvo o grasa acumulada, o un roce durante el transporte. En los procesos de codificación industrial y marcaje industrial, estos pequeños detalles pueden generar paradas, retrabajos y pérdida de trazabilidad en toda la cadena. En este artículo repasamos las causas más comunes de errores de lectura y cómo resolverlas con medidas sencillas, aplicables en planta, sin necesidad de ser ingeniero experto.


1) Iluminación y reflejos: el enemigo silencioso

La luz directa, los brillos en envases metálicos o brillantes y las sombras intensas son responsables de una gran parte de los problemas de lectura. Cuando el escáner no distingue bien el contraste entre las barras y los espacios, el código no se interpreta correctamente. En entornos de producción, una iluminación mal dirigida puede hacer que un marcaje industrial perfectamente ejecutado no se lea a la primera, afectando la trazabilidad y la eficiencia.

Para evitarlo, es fundamental revisar la ubicación de las luces en las zonas de escaneo y en los puntos de control. Se recomienda una luz difusa y uniforme, evitando los focos directos o los reflejos en superficies brillantes. Si los productos presentan envases metálicos o plásticos con alto brillo, añadir difusores o ajustar el ángulo del lector puede reducir el deslumbramiento. En codificación industrial, una buena configuración de luz puede marcar la diferencia entre un proceso fluido y un cuello de botella constante.


2) Suciedad, polvo y grasa: pequeñas partículas, grandes problemas

En muchas plantas, los códigos se imprimen o marcan en entornos donde hay polvo, vapor, aceite o residuos químicos. Estos elementos pueden tapar las líneas del código, diluir la tinta o incluso dañar el adhesivo de la etiqueta. Un código que hoy es legible puede volverse invisible tras unas horas de producción.

Una buena práctica de mantenimiento preventivo es implementar una rutina de limpieza específica para los equipos de marcaje industrial. Limpiar periódicamente las superficies con un paño suave y alcohol isopropílico (siempre validando la compatibilidad del sustrato) evita acumulaciones que alteran la lectura. Además, proteger la zona del código de salpicaduras o contacto directo con grasa o aceites prolonga la vida útil de la marca. En entornos agresivos, también se pueden usar etiquetas o laminados protectores que mantengan el marcaje industrial intacto sin perder legibilidad.


3) Desgaste y abrasión: roces que borran datos

Durante el transporte, apilado o manipulación, los productos pueden rozar entre sí, generando desgaste o arañazos sobre el código. Este daño físico es una de las causas más comunes de códigos no legibles en almacenes y centros logísticos. Un marcaje industrial que no soporta las condiciones del entorno puede poner en riesgo toda la trazabilidad del lote.

Para evitar este problema, se recomienda analizar las zonas de contacto del producto y elegir la ubicación del código en una cara más protegida. Si el desgaste es inevitable, se pueden usar tecnologías de codificación industrial permanente como el marcado láser, que resiste el roce, la humedad y las condiciones mecánicas extremas. Este tipo de soluciones no solo mejoran la durabilidad, sino que también reducen la necesidad de reimpresiones y retrabajos.


4) Baja calidad de impresión y poco contraste

Un código borroso, mal definido o con bajo contraste es otro enemigo habitual. Esto ocurre cuando la impresora está mal calibrada, la tinta está diluida o el color del fondo es demasiado parecido al del código. En la práctica, una impresión de baja calidad es tan ineficiente como un fallo de software. La falta de contraste impide al lector diferenciar correctamente las barras y los espacios, generando lecturas erróneas o directamente nulas.

Para garantizar una lectura óptima, es recomendable establecer un mínimo de 300 dpi en las impresoras utilizadas para la codificación industrial y asegurarse de mantener un alto contraste, preferiblemente negro sobre blanco. También es importante verificar la calidad del código con el mismo lector que se usa en la línea de producción. En entornos donde los colores del envase cambian con frecuencia, conviene estandarizar el formato del código y realizar pruebas previas antes de cada cambio de lote.


5) Posicionamiento y ángulo de lectura

El último factor, y uno de los más olvidados, es el posicionamiento del lector. Si el escáner está demasiado cerca o demasiado lejos, o si el código está colocado en un ángulo difícil, las probabilidades de fallo aumentan. En muchas instalaciones, corregir la distancia y el ángulo ha supuesto una mejora inmediata en la tasa de lectura sin necesidad de cambiar equipos.

El lector debe estar alineado con el plano del código, respetando la distancia óptima recomendada por el fabricante. En los casos en que el producto varía su posición o altura, se pueden usar sistemas de visión artificial con mayor tolerancia angular. En plantas con alto volumen, la automatización de los puntos de lectura garantiza que cada código generado por el marcaje industrial sea verificado antes de salir de la línea.

Optimizar la codificación industrial desde lo esencial

La mayoría de los fallos de lectura no se solucionan cambiando el escáner o el software. La clave está en optimizar el entorno de trabajo y los parámetros de la codificación industrial desde la base. Una buena iluminación, superficies limpias, impresión nítida, distancia adecuada y protección contra el roce son los pilares de una trazabilidad fiable. Cada pequeño ajuste cuenta: mejora la eficiencia, reduce los tiempos de parada y asegura que los datos que se imprimen sean los mismos que llegan al cliente final.

En SMC Codificación trabajamos a diario con empresas que buscan precisamente eso: un marcaje industrial preciso, duradero y sin errores. Revisar estos detalles puede parecer menor, pero en realidad es lo que diferencia una planta reactiva de una planta eficiente. Cuidar la calidad del marcado es cuidar la trazabilidad, la seguridad y la reputación de la marca.

Códigos que fallan: errores invisibles que arruinan la trazabilidad
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